Lula preso en Brasil por corrupción

El expresidente se entrega a la justicia tras una orden judicial. El partido de izquierda se queda sin su candidato presidencial de 2019

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elsalvador.com

Por Agencias

2018-04-07 9:19:27

La prisión del expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, deja al Partido de los Trabajadores (PT) acéfalo, fracciona al resto de la izquierda y abre una gran incógnita sobre las elecciones presidenciales de octubre en Brasil.

Lula entró en prisión ayer tras la orden del juez Sergio Moro para cumplir una condena de 12 años por corrupción.
Tras desafiar el ultimátum judicial que venció la tarde del viernes, Lula da Silva se entregó ayer a la Policía Federal en Curitiba.

Lula salió a pie del sindicato de metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, donde se atrincheró desde el jueves, en un clima de tensión provocado por militantes que intentaron evitar su entrega a la Justicia y se dirigió a un vehículo de la Policía Federal que le esperaba en las inmediaciones.

Pero antes de entregarse se dirigió a su militancia.

“Cometí un crimen”, que fue “llevar los pobres a la universidad, permitir que compren coches, que tengan comida” y “si es así, seré un criminal el resto de mi vida”, dijo Lula en un discurso cargado de emoción que fue una despedida de los miles de simpatizantes que rodearon el sindicato en que se había atrincherado.

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El exmandatario será trasladado a la ciudad de Curitiba, donde le espera una celda de 15 metros cuadrados y en la que tendrá que cumplir la condena.

“No les perdono que hayan sembrado la idea de que soy corrupto. Ninguno de ellos duerme con la conciencia tranquila de la verdad y la honestidad que yo tengo”, declaró en alusión a los jueces, a la “élite” e incluso los medios medios de comunicación.

Y añadió: . “Saldré de esta más fuerte, más verdadero y más inocente, porque voy a probar que ellos cometieron el crimen de perseguir a un hombre sin culpas”.

Con ese discurso, puso fin a la resistencia que inició el pasado jueves, cuando después de que la Justicia dictó un auto de prisión en su contra, se enclaustró junto a dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT) y de movimientos sociales en la sede del sindicato.

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Hubo complejas negociaciones para su entrega con la Policía, que se vio inhibida de intentar cumplir el mandato del juez en un predio que estaba rodeado por miles de incondicionales de Lula, pues temía enfrentamientos.
La última excusa para postergar su encarcelamiento fue una misa que celebrada ayer en el sindicato, en memoria de su fallecida esposa, que habría cumplido 68 años.

El convoy de la Policía que condujo al expresidente estaba compuesto por vehículos oscuros sin insignias de la institución, tal como había solicitado la defensa de Lula.

El exmandatario logró abandonar la sede sindical en su segundo intento, ya que la primera vez, un grupo de simpatizantes rodeó su auto y le impidió avanzar.

El convoy policial se dirigió al aeropuerto de Sao Paulo para conducirlo a Curitiba, donde ingresó en prisión.
En Curitiba le esperaba una celda de 15 metros cuadrados que ha sido preparada especialmente para él y en la que tendrá que cumplir la condena de 12 años.

El desafío de la izquierda

Aunque legalmente Lula, líder en todos los sondeos de intención de voto, puede disputar las elecciones encarcelado -como el PT ha dicho que se propone- las dificultades obligan a otros partidos de izquierda a buscar candidaturas propias, hasta ahora ninguna viable, según coincidieron analistas políticos.

De hecho, dos nuevos candidatos de izquierda a la Presidencia brasileña, la ecologista Marina Silva y el exjuez Joaquim Barbosa, surgieron en el panorama político el mismo día en que Lula entrara en prisión.

“Lula no sólo es el único líder conocido del PT, que depende totalmente de su dirigente, sino también el único que puede unir a la izquierda y el único aspirante de izquierda con posibilidades de vencer las elecciones”, según Michael Mohallem, especialista en ciencia política de la Fundación Getulio Vargas.

Pero hay otros que opinan que Lula está inhabilitado electoralmente porque fue condenado en segunda instancia.
“La prisión de Lula es la mayor tragedia del PT en sus 28 años, superior incluso a la destitución de (la presidenta) Dilma Rousseff. En los últimos años el PT se concentró en Lula, no quiso construir otros líderes y quedó totalmente dependiente de Lula. Eso agrandó a Lula pero disminuyó al PT. Ahora quedó decapitado”, dijo Mohallem.

Pese a que los líderes de izquierda corrieron a arropar a Lula tras el auto de prisión, admitieron que difícilmente se unirán en torno a una candidatura única.

Las fuerzas de izquierda, históricos aliados del PT, ya habían postulado candidatos propios ante la incertidumbre si Lula se lanzaría.

Ahora el PT tendrá un gran desafío para intentar habilitar a Lula antes de septiembre ante el Tribunal Superior Electoral (TSE) y ante la propia Corte Suprema, ya que se quedó sin alternativas porque los posibles herederos de Lula no cuentan con consenso en el propio partido ni alcanzan el 1 % en los sondeos.